La Fibromialgia constituye una Fatiga Crónica en homenaje a la fecha de nacimiento de Florence Nightingale.
Entre el 3 y 6 por ciento de la población mundial padece esta enfermedad.
Se trata de un síndrome clínico de origen desconocido cuyo síntoma es el dolor del músculo esquelético crónico generalizado, que afecta tanto a miembros superiores como inferiores y al raquis, durante al menos tres meses consecutivos.
Otros síntomas pueden ser como fatiga intensa, alteraciones del sueño, ansiedad, depresión, rigidez matutina o cefaleas, entre otros.
Es un trastorno caracterizado por una falta de fuerzas, cansancio o fatiga acentuada que se prolonga en el tiempo y que interfiere en las actividades cotidianas de las personas.
La fibromialgia fue reconocida como enfermedad por la Organización Mundial de la Salud en 1992. Se desconocen las causas de estas enfermedades, si bien los desencadenantes podrían estar relacionados con algún trauma físico o emocional, infecciones por algún virus, entre otros. En la actualidad no se conocen medidas que prevengan la aparición de fibromialgia.
El síntoma principal de la fibromialgia es el dolor, que puede ser leve o intenso. Las áreas de dolor se denominan puntos de sensibilidad, los cuales se encuentran en el tejido blando de la parte posterior del cuello, los hombros, el tórax, la región lumbar, las caderas, las espinillas, los codos y las rodillas. El dolor se irradia luego desde estas áreas. Las articulaciones no se afectan, aunque el dolor puede sentirse como si proviniera de ellas. El dolor puede empeorar con la actividad, el clima húmedo o frío, la ansiedad y el estrés. Todo esto hace que la fatiga, el estado anímico deprimido y los problemas con el sueño se den con frecuencia en los pacientes con Fibromialgia y Fatiga Crónica. También puede haber otros síntomas asociados como síndrome de intestino irritable, problemas de memoria y concentración, entumecimiento y hormigueo en manos y pies, disminución de la capacidad para el ejercicio y jaquecas o migrañas tensionales.
El diagnóstico está basado en criterios relacionados con el periodo durante el que se mantiene el dolor generalizado, el número y localización de las zonas afectadas y las pruebas que descartan la existencia de otras patologías. Por lo general el diagnóstico suele ser un proceso largo en el que intervienen diferentes especialistas que van descartando otras enfermedades. No existen pruebas ni de imagen ni analíticas que confirmen este diagnóstico. Las pruebas complementarias, en este caso, solo sirven para descartar otras enfermedades.
El tratamiento actual va dirigido a reducir y controlar los síntomas y consiste en la administración de fármacos para disminuir el dolor, terapia cognitivo-conductual, ejercicio físico, tratamiento rehabilitador y de fisioterapia; también pueden formar parte del proceso terapéutico el ejercicio aeróbico, los programas educacionales, los ejercicios de relajación, terapias de ayuda para logar una actitud activa de los pacientes y los grupos y las redes sociales de apoyo mutuo.
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